ENTREVISTA


En la comisión se había decidido preparar una serie de entrevistas y testimonios, que más allá de anécdotas y chascarrillos, reflejaran la figura o personalidad de Ceferino vista desde la relación con él o desde las vivencias compartidas entre ambos. Hoy presentamos la primera entrevista.


ENTREVISTA A PEDRO SIMÓN

El Día 24 de octubre Maite, Raquel y yo quedamos con Pedro Simón –“el judío” para los malvados- en la residencia Aspaldiko de Portugalete, a donde se había trasladado mientras se recuperaba de la operación en uno de sus pies. En realidad no hicimos una entrevista al uso, sino que más bien mantuvimos una conversación que fue discurriendo entre las inevitables anécdotas, desde recuerdos y datos históricos hasta comunicaciones más o menos íntimas. Es curioso que Pedro inició la conversación, como queriendo decir que era algo inherente a su personalidad, haciendo hincapié en una característica para todos de sobra conocida: noctámbulo irredento. Según nos contó, nada más poner el pie en tierra por la mañana se tomaba un agua especial, de cuyo nombre no me enteré bien y menos aún de su grafía, con propiedades depurativas de los excesos nocturnos, teniendo en cuenta que no se acostaba de ordinario antes de las dos de la madrugada. Siguiendo su plan mañanero de cuidados no fumaba en la primera mitad del día. Quizás algún cigarro a la hora de la comida, pero a partir de las siete de la tarde comenzaba a fumar, acelerando el ritmo de consumo hasta encender un cigarro con la colilla del anterior, como se solía decir. Con frecuencia podían caer dos paquetes en ese espacio de tiempo, y es que por la noche se ponía muy nervioso. Fueron habituales los ratos pasados con Pepe en la Cafeta después de que hubiera echado la persiana compartiendo su afición por la fotografía. Probaba todas las novedades tecnológicas que iban saliendo en aquella época y que Pepe le mostraba. Acabó comprando bastantes aparatos y, de hecho, tenía un laboratorio en casa. Le encantaba grabar las exposiciones.


Personalmente me había llamado la atención desde que comencé a recopilar escritos y a escuchar anécdotas o historias de Cefe, que no encontraba ningún dato sobre si tuvo pareja, amoríos o relaciones de algún tipo con alguna, o algunas, mujeres. Al llegar a este punto sí le hice esta pregunta a Pedro. Según él estuvo bastante colgado de una chica que, para su decepción, era novia de un conocido. Al parecer no le hizo mucho caso y, para colmo, se fue a vivir fuera de Euskadi. Se encaprichó con varias mujeres, pero siempre desde una actitud de contemplación o de admiración sin dar ningún paso más allá. Era muy reservado de su intimidad y muy pudoroso, lo que le impedía dar pasos que abriesen sus interioridades a otra persona.

A partir de aquí comenzó a hablar de cómo veía a su amigo empezando por el final de su historia en Portugalete. Se fue allí porque se encontraba abandonando y muy solo en Barakaldo. Cogió miedo a la bici y solía decir aquí no hay quién viva. Este destierro voluntario tiene su explicación en dos factores recurrentes. Por una parte la pérdida de referentes y de personas cercanas y por otra la decepción y el dolor por el trato recibido en su trabajo. Las esperanzas puestas en las nuevas corporaciones democráticas se le esfumaron. Para dolor suyo, fue la izquierda  la que más le decepcionó. Y aquí apareció la eterna pesadilla de Cefe: Ortego, que acabó llevándose el puesto y Lorenza la concejala, que llegó, incluso, a censurarle libros en las bibliotecas. En una maniobra de enchufismo el PSOE colocó a personas de su confianza en el lugar de las que eran colaboradoras suyas y suponían un apoyo no solo laboral para él. De esta manera se le fue relegando y tuvo que compartir despacho con unas personas sin cualificación alguna, autoritarios, reaccionarios, y uno de ellos declarado militante de Fuerza Nueva, lo que le obligó a tener que aguantar un ambiente irrespirable en su día a día.

Con Roberto Vidal, concejal y bibliotecario, se organizó un concurso al aire libre. A partir de aquí Cefe  adoptó la costumbre de comprar una obra al artista que exponía, en vez de obligarle a regalarla como era costumbre. Esto duró hasta que Ortego se hizo con el cargo. Ceferino Intentaba que las exposiciones no consistieran solo en colgar cuadros. Puso en marcha nuevas exposiciones en las que los autores estaban presentes para interactuar con el público, que diesen charlas o que participasen en alguna actividad, como con Ibarrola que impartió algún curso de grabado. Pedro recuerda con especial cariño el carácter y el empeño conservacionista de Cefe, su trabajo para conservar el edificio del Matadero, el del teatro, el que quiso hacer del cine Galindo para que no acabara destruido y siendo pasto de intereses económicos, como en realidad pasó.

Nos habló largo y tendido sobre el famoso concejal de cultura Ortiz, que según decían era el Gil y Gil de Barakaldo, además de ser el jefe del Movimiento en Bizkaia. Con su personalidad arrolladora y sus escasos escrúpulos, enseguida vio un filón de ganancias en su cargo. Creó siete bibliotecas en Barakaldo y tres en Alonsotegi que en aquella época tenía menos habitantes que cualquier barrio del municipio-. Le dio manga ancha a Ceferino para que las pusiera en marcha, dado que cuanto más gastase más iban a ganar sus amigos y él de paso. Incluso, según Pedro, llegó a mandar poner suelos o mobiliario que de antemano sabía que no era del gusto de Cefe para que éste protestase. O sea, le hacía caso de inmediato y cambiaba lo que hiciera falta: más gasto, más pasta. Otra buena entrada de beneficios para sus arcas fue la compra de esculturas de cuya selección encargó a Cefe. Esta relación con Ortiz quizás tuvo que ver con la poca consideración que la primera corporación tuvo con él. A pesar de ser  relegado de su cargo, los herederos de su estilo pudieron mantener su modo de hacer y su impronta en el uso las bibliotecas

En otro orden de cosas, Pedro nos fue comentando cómo se las arreglaba para tomar contacto con grupos teatrales. Así es como pudimos disfrutar en Barakaldo de gente como Boadellas, Mª Dolores Pradera, Gades y otra serie de grupos que aprovechaban las actuaciones aquí para completar la cuota que exigía el ministerio a la hora de dar subvenciones. Mantuvo con todos ellos una gran familiaridad, por lo que luego no dudaban en volver a Barakaldo en posteriores ocasiones. Pedro hablaba mucho de un grupo de Murcia con el que entabló amistad y ellos acabaron invitándole a asistir al concurso del cante de las minas de Cartagena, donde debió dar alguna conferencia. Sin embargo, una vez que le separaron de las bibliotecas, le fueron cortando las alas. En S. Vicente se habían llevado diversas actividades, proyecciones, certámenes, marionetastrabajaba hasta en fines de semana. No le importaban las horas. Todas esas actividades se fueron perdiendo y él quedó relegado a la sala de exposiciones. Se calló y se acomodó a su situación, perdiendo las posibilidades de seguir desarrollando su creatividad.

Luego se le fueron añadiendo la pérdida de referentes importantes, como su perro. Pedro dio mucha importancia a cómo le afectó la muerte de I. Bilbao, padre. Por otra parte, denostó contra la política urbanística de la primera corporación a cargo de HB, que paralizó la construcción de viviendas. De paso, me dirigió una mirada asesina porque las asociaciones de vecinos de entonces habían reclamado dicha paralización en orden a la organización urbana, a frenar el expolio del terreno público y para dejar espacios para los servicios públicos. Esto había provocado un efecto muy negativo: el gran encarecimiento del precio de la vivienda en

Barakaldo, con el correspondiente exilio de la gente joven a la margen derecha. Me costaba igual un piso en el grupo Zuazo que otro al lado de la iglesia de Sta. Ana en Las Arenas, nos dijo Pedro. Este éxodo afectó sobre manera a Cefe porque muchas de sus amistades hicieron esa migración y, claro, no es lo mismo que se venga a Barakaldo a pasar un rato o a hacer compras que tener a mano a tus amistades. Y aquí volvemos a donde comenzamos. El PNV por decreto le despidió y él no pudo más con tantas decepciones. Se llevaba muy bien Jone Aldamiz, la traductora de euskera, que, al verle así, le debió de sugerir que mirase la zona de Mungia para cambiar de residencia. Al final optó por ir a vivir a Portugalete. Dos años más tarde fue de nuevo contratado, solicitándole el PNV que organizara una exposición de Agustín ibarrola que se realizo con muchísimo éxito.

Agradecimos a Pedro el rato que nos había dedicado. Pudimos, de paso, disfrutar de las espectaculares vistas que tiene esa residencia. A parte de bastantes anécdotas que me prohibió que las escribiera, sí pudimos percibir con qué cariño hablaba de Cefe y qué expresiones tan duras usaba cuando hablaba de los causantes de sus problemas. Daba la impresión de que se los habían hecho a él en persona.

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