Brindando con Cefe
NOCHE VIEJA
No, no es alegría,
ese ulular nervioso de sirenas,
ni ese entrechocar de baterías de cocina
ni todo ese griterío ensordecedor
que celebra la noche de fin de año.
No es alegría
esa risa de quijada enloquecida
y de ojos pequeños que centellean chispas,
ni ese patear monótono al compás de una música
que se escapa despavorida
por las ventanas entreabiertas,
ni ese vino espumoso que corre
por los bordes de la copa
hacia las doce de la noche.
No, no es alegría sino rito.
Antiguo rito de generaciones milenarias
que oculta tras la máscara del ruido el dolor del tránsito,
solemne rito de inconsciente despedida,
al tiempo que en un soplo se hizo pasado eterno
y retumba en esos instantes
en lo hondo de nuestras calaveras.
Por eso no me digáis que permanezca sereno,
que sea hombre prudente al levantar la copa
y que es bueno meditar en la fugacidad de las cosas.
Mañana, mejor mañana
que mañanas hay muchas en la vida futura
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