Mis tesoros
De mis antepasados no heredé a penas nada:
- una sierra de goma para partir en dos el melón de la verdad
- medio metro de esparto deshilado para atar las ideas
- y un poco de lija para suavizar las asperezas de la vida.
Durante mucho tiempo fueron mis tesoros y yo les hice un cofre especial -como un sagrario acorazado y con cierre de combinación- para que no me los robaran los ladrones.
De vez en cuando ponía mis tesoros al sol y trataba de sacar de ellos algún partido y no podía. Pensaba:
"aún no soy lo suficiente mayor, esperaré algún tiempo".
Entre tanto, iba recogiendo por el camino herramientas abandonadas y con ellas fui haciendo un utillaje provisional de andar por casa. Pensaba:
"mientras sea niño con esto me basta y cuando sea mayor utilizaré las otras".
Per ahora ya soy mayor y las he cogido cariño. He abierto el cofre y he visto qué ridículo tesoro guardaba ¡Era inútil!
Y he tirado el tesoro y también el cofre,
porque para el amor o la verdad o las ideas claras no son necesarios instrumentos especiales.
Los que encuentro en la calle son los mejores.
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