Fiesta de la liberación

 Le conocí de huertas

de árboles por calles y por plazas

y de casas pequeñas

pero altas, sin embargo a mis ojos de niño.

Le conocí reciente de victorias, Baracaldo, 

que no eran las tuyas, celebradas victorias anuales

de eclesiásticos ritos y desfiles.


No tus huertas, tus árboles, tus ríos,

no tu suelo habrá comenzado 

a pagar esa locura

de perder una guerra.

Pero el miedo que yo no percibía

          rondaba las esquinas,

            soplaba por las calles, 

                barría las aceras

al compás de sonidos anuales

de trompetas y canciones

y desfiles invasores.


Yo estaba aquí, de Baracaldo nuevo, 

no veía

cómo el viento se iba amontonando,

        viento central de comunicaciones,

            viento militar,

                viento de las riquezas 

que esperaban hacerse a cuenta de tus hombres

y de los nuevos hombres

y de la tierra fértil y del agua

y de la plaga de fábricas 

con su química de suciedad a cuestas. 




Comentarios